• De Constituciones y Suramérica


    El pasado domingo 2 de Diciembre se celebró en Venezuela el referéndum acerca de la modificación de ciertos artículos de la Constitución de 1999, impulsada por el mismo Chávez. El revuelo que ha creado esta consulta, debido a los artículos que se pretendían modificar, ha sido especialmente alto. Y las manifestaciones internacionales sobre el asunto también.

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    En concreto, la propuesta reformista ha sido especialmente criticada en lo referente a la reelección de la figura del Presidente (aumento del mandato de 6 a 7 años y reelección indefinida), el poder central del Estado (se eliminan o reducen poderes departamentales que asume el Estado, o se cambia la política descentralizadora de corte occidental por una política que promueva “la participación protagónica del pueblo”), la edad mínima para poder ejercer el derecho al voto (de 18 a 16 años), la reducción de la jornada laboral (de 44 a 36 horas semanales, con un máximo de seis horas diarias), asuntos de carácter económico (por ejemplo, se prohíben explícitamente los monopolios), aumento de las competencias estatales (de 32 a 35), etcétera, hasta un total de 69 artículos. Tristemente, el centro del debate internacional se ha centrado en la reelección del Presidente, tratándola como un viraje autoritario, al tiempo que se obvia que en una gran parte de las democracias occidentales, España entre ellas, la reelección está permitida indefinidamente.

    Concentrándose la crítica en el intento de Chávez por perpetuarse en el poder, se ha obviado mucho del resto de la reforma constitucional, ignorando puntos clave que, de haber sido aprobados, hubieran refundado Venezuela al corte y gusto de Chávez y hubieran acabado con una larga tradición en toda América: la del límite del mandato del Presidente, pensada para alejar prudencialmente a los hombres del poder una vez que hayan servido y desempeñado el cargo un tiempo suficiente.

    En dicha consulta, el “no” ganó por un estrechísimo margen, 51%. Un 49% de los votos apoyó el intento de refundar Venezuela a base de pequeñas reformas. Con todo, Hugo Chávez (que ganó las elecciones de 2006 con casi el 63% de los votos) no se da por vencido completamente, y aunque reconoce la “victoria pírrica” del “no”, augura que en futuro sus reformas se plantearán de nuevo, pues “siguen vivas”, en pro del Socialismo del Siglo XXI.

    Pero no es sólo la sociedad venezolana la que parece dividida, sino todo el continente americano. Por un lado, los aliados de Chávez, Cuba, Bolivia, Nicaragua y puntualmente Brasil y Argentina han mostrado su apoyo al presidente venezolano al tiempo que alababan el correcto desarrollo del proceso. Por otro, Estados Unidos, en la figura del Presidente George W. Bush, afirma que la negativa a las reformas es un “voto por la democracia”. La Organización de Estados Americanos (OEA) ha felicitado al pueblo de Venezuela por el “ejemplar” desarrollo del proceso, y España hace lo propio.

    Mientras todo esto se desarrolla en Venezuela, en Bolivia, en la capital, Sucre, la violencia y la sangre salpican un proceso constituyente anunciado cuando Evo Morales llegó a la presidencia del país en 2005, con un 54% de los votos.

    En 2006 se celebraron elecciones constituyentes en las cuales Evo obtuvo algo más del 50% del resultado. Se inició un proceso para “refundar” Bolivia, con una nueva Constitución, cuyo límite para ser aprobada finaliza el próximo 14 de Diciembre, sin entendimiento entre los partidarios de Evo y su partido (Movimiento al Socialismo, MAS) y la oposición. De hecho, y manchado por la violencia, el proceso constituyente boliviano se fuerza día a día ante la proximidad del plazo. La oposición juega con ello y se niega a debatir ni un sólo punto de lo propuesto sobre la mesa. Así, el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, anunció que “el país tendrá una nueva Carta Magna con o sin la oposición”. El 24 de Noviembre fue aprobado en primera instancia el nuevo texto, en un cuartel militar y sin la presencia de los diputados opositores.

    El país andino también pretende abordar el tema de la reelección presidencial, pero, tal y como declaró García Linera, probablemente este asunto se presente en forma de referéndum aparte del requerido para la aprobación del texto constitucional. Además, y debido a la falta de seguridad, seguramente se trasladen las sesiones plenarias de Sucre a Cochabamba u Oruro, descartándose La Paz.

    Bolivia, el país más pobre del Suramérica, con una inflación situada en el 11%, y Venezuela, uno de los principales productores de petróleo, adolecen de sociedades fuertemente desigualitarias. Ambos, especialmente Venezuela, poseen importantes recursos naturales, y en ambos, especialmente en Venezuela nuevamente, las desigualdades, las divisiones económicas y la brecha entre los que tienen y los que no tienen es cada día más grande. Es ilustrativo el aumento de ventas de los todoterrenos “Hummer”, pertenecientes a la General Motors, adquiridos por la denominada boliburguesía, gestora de los petrodólares. De igual modo, en ambos la influencia del ejército, directa o indirecta, es latente. Chávez proviene del ejército, mientras que Bolivia cuenta en su haber con un largo historial de Golpes de Estado. Yo mismo pude comprobar en 2006 la fuerte presencia de militares en las calles de La Paz.

    La división y el enfrentamiento de ideas y visiones está marcando la vida de los Estados con gobiernos socialistas de carácter populista* de forma negativa y poco útil. Son dichas tensiones las que marcan el día a día, condicionando la agenda política. El gobernador de Cochabamba, departamento boliviano opositor a Evo (Santa Cruz y Chuquisaca son los otros dos departamentos con mayor oposición, sustantivamente el primero) declaró que la derrota del proyecto de Chávez es “una derrota de los modelos totalitarios”. Esto nos hace ver dos cosas: la primera, la interinfluencia existente entre los Estados Suramericanos, especialmente Venezuela, Bolivia, Cuba y Nicaragua, y segundo, el abuso y mal uso de los términos y la palabra.

    Puede gustarnos más o menos, pero Hugo Chávez ha sido elegido democráticamente por los ciudadanos de Venezuela con un amplio respaldo en tres ocasiones, en unos comicios que no resultaron más turbios que los celebrados en Estados Unidos durante el año 2000, por poner un ejemplo. Y de hecho, el resultado negativo a su proyecto de reforma nos indica que la democracia Venezolana es limpia y transparente, al menos de momento. Es decir, todo lo limpia y transparente que puede ser una democracia. En cualquier caso, está muy alejada de un modelo totalitario. En cualquier caso, está muy alejada de un modelo totalitario, como pretenden señalar muchas figuras políticas y mediáticas, sin bien no podemos dejar de hacer eco respecto al cierre reciente de RTVC.

    El Presidente de Venezuela es un personaje vehemente y pasional que fue mandado callar por el Rey de España en la pasada cumbre Iberoamericana. Irritado, Chávez amenazó con nacionalizar a las empresas españolas del país, mientras que en fin de campaña, con su archiconocida retórica antiestadounidense, planteó el cortar los suministros del petróleo a EEUU, su principal socio comercial.

    Así pues, el “no” en Venezuela apuntala las posiciones enconadas en la mitad del continente, al tiempo que alienta los discursos contrarios a los procesos puestos en marcha. Con todo, es bastante previsible que Hugo Chávez resista, apoyado por los ingentes ingresos procedentes del petróleo. Y con él, lo seguirán haciendo, al menos durante cinco años más, Cuba, Bolivia y Nicaragua.

    Este “no” supone un freno a las políticas de Chávez por llevar el “socialismo” a Venezuela, aunque no desista en su empeño. Pero aún más, para Suramérica, especialmente para los Estados más afines a Venezuela, pro primera vez el Presidente Chávez recibe una negativa popular a su proyecto. Un proyecto, no lo olvidamos, de integración "bolivariana" (la ALBA, ALternativa Bolivariana para los pueblos de nuestra América) cimentado sobre los principios del “socialismo del Siglo XXI” y cementado con la poderosa economía petrolera venezolana.




    *Populismo, extraído de Frank Bealey: Este término posee dos connotaciones. se utiliza para referirse a movimientos políticos y para caracterizar a un tipo de política. La mayoría de los movimientos populistas fueron de tipo agrario; el primero, en la década de 1870, se produjo en Rusia. La voluntad del pueblo o narodnoki, reunía a los intelectuales que se identificaban con el campesinado y se trasladaban a vivir al campo, pues creían que los verdaderos valores y la comunidad ideal se encontraban en el mundo rural. En principio, se les recibió con suspicacia, pero, posteriormente, sus esfuerzos dieron lugar a la fundación del Partido Social Revolucionario, suprimido por Lenin en 1918. Los partidos agrarios alcanzaron mucho éxito en Polonia, Bulgaria y Rumania. En Estados Unidos el Partido Populista propugno el radicalismo agrario en torno a 1890 y halló eco en las explotaciones agrícolas más pobres. En las elecciones de 1896 su candidato, William Jennings Bryan consiguió la nominación demócrata y se aproximó a la victoria. El radicalismo agrario tiende a ser una protesta contra el control de los precios de los productos agrarios realizada desde mercados remotos y considera al capitalismo financiero como una fuerza hostil. El populismo desconfía también de los representantes legislativos lejanos y suele creer en la democracia directa.
    Los políticos populistas encabezan muchas veces movimientos populistas. Allí donde se encuentran constituyen el tipo de líder político cuyos gestos y utilización de símbolos busca proclamar su identificación con el pueblo. Los llamamientos al nacionalismo y los ataques contra los que son vistos como antipatriotas caracterizan muchas de sus declaraciones; de ahí que sus explicaciones sobre programas políticos resulten más bien breves y se sientan más inclinados a dejarse llevar por la retórica; los intelectuales, las clases opinantes y las influencias foráneas son objetivos fáciles de la misma.

    -Frank Bealey, Diccionario de Ciencia Política, Ed. Istmo, 2003.

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