Por fin se acaba el verano, estación que no me gusta nada. Por bajan las temperaturas, y hasta ha caído algo de agua en estos días. Por fin vuelven las nubes.
Pero hasta que llegue el otoño de verdad, y tras las cocsechas, queda una bella estampa de la tierra ya cultivada. Una amante a la que se mima mucho y se tiene en gran estima hasta que da los frutos, hasta que se posee. Luego, se abandona hasta que el deseo, traducido en hambre, nos vuelve a llamar.
Asimismo el campo cambia, pero los fondos perduran. Aquí tenemos el viejo molino de viento de Ventas con Peña Aguilera. Mi abulo materno nació a los pies de ese molino, en una casa de piedra de la que hoy sólo quedan restos, no ruinas. Joaquin el molinero, el hijo de los molineros.
Pero hasta que llegue el otoño de verdad, y tras las cocsechas, queda una bella estampa de la tierra ya cultivada. Una amante a la que se mima mucho y se tiene en gran estima hasta que da los frutos, hasta que se posee. Luego, se abandona hasta que el deseo, traducido en hambre, nos vuelve a llamar.
Asimismo el campo cambia, pero los fondos perduran. Aquí tenemos el viejo molino de viento de Ventas con Peña Aguilera. Mi abulo materno nació a los pies de ese molino, en una casa de piedra de la que hoy sólo quedan restos, no ruinas. Joaquin el molinero, el hijo de los molineros.
Mientras tanto, en El Molinillo las moscas caen en la red de la araña...
Y la araña teje redes en el espino del alambre...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario