Nuestras acciones suelen tener más influencia de lo que pensamos. Una simple palabra, un gesto, un comentario sencillo y huero de toda clase de intencionalidad para nosotros puede encumbrar o derrumbar el mundo de otro.
Sin pretenderlo, cada gesto y cada palabra que mostramos o decimos puede cambiar la vida de otro. Tenemos mucho más poder del que normalmente somos conscientes.
Y cuando ese cambio resulta pernicioso en el otro, o en sus allegados, nace el odio, y de su mano, la sed de venganza.
Venganza que, según los expertos en las artes que llevan a ella, es un plato que se sirve frío. La acción presta, con la sangre alterada, sólo llevará a la violencia sin juicio y desordenada, a la satisfacción del daño interno mediante la provocación del daño externo. Pero nada más. Nadie que pretenda vengarse hallará en ello nada más sino un pasajero alivio de su dolor. La venganza debe ser premeditada, pensada largo tiempo, y llevada a cabo sin vacilación, disfrutando, saboreando cada momento. Quentin Tarantino ofrece una pobre visión de la venganza en su afamada Kill Bill. Ya le gustaría él haber parido una venganza tan sutil, tan exquisita, tan perfecta. La venganza ha de ser perfecta. Y cuanto más daño se haga al otro, tanto mejor, tanto más será satisfecha nuestra insaciable sed contra la ofensa.
Empero, la consumación del acto, la satisfacción de la injuria causada, vacía de vida a aquél que la busca. Toda una vida dedicada a obtener reparo de lo violado en el propio ser llega a su clímax en el momento de cobrar la factura. Pero tras ello, nada hay en la vida. Nada. El que dedique su tiempo a cobrar la deuda del desagravio, reducirá notablemente su tiempo de existencia. Disfrutará viendo retorcerse en la duda, el miedo, a su presa. Saboreará cada momento en la que ésta comprenda los porqués. Llegará al nirvana cuando su injuriador clame piedad, suplique clemencia. Pero una vez que le vilipendie completamente, su vida habrá alcanzado su meta.
Es una cinta satírica, reflexiva, irónica e inteligente. Y para aquellos que hayan estado en los Estados Unidos de verdad, es decir, lejos de Nueva York o Los Ángeles, es una hipérbole de lo que realmente es la sociedad estadounidense. Lo de Coscot no tiene pago, yo he estado en esa cadena con Lee Murray.
Recomendable para todo aquél que desee pasar un buen rato con una buena comedia actual, ligera y sencilla, pero al tiempo muy crítica e interesante. Ah, y mejor, mucho mejor, en versión original.
Pero hasta que llegue el otoño de verdad, y tras las cocsechas, queda una bella estampa de la tierra ya cultivada. Una amante a la que se mima mucho y se tiene en gran estima hasta que da los frutos, hasta que se posee. Luego, se abandona hasta que el deseo, traducido en hambre, nos vuelve a llamar.
Asimismo el campo cambia, pero los fondos perduran. Aquí tenemos el viejo molino de viento de Ventas con Peña Aguilera. Mi abulo materno nació a los pies de ese molino, en una casa de piedra de la que hoy sólo quedan restos, no ruinas. Joaquin el molinero, el hijo de los molineros.
Mientras tanto, en El Molinillo las moscas caen en la red de la araña...
Y la araña teje redes en el espino del alambre...
Para evitar que se pierdan para siempre, y debido a su extensión, dejo aquí el link directo a los resúmenes de las lecturas de la asignatura "partidos y sistemas de partidos".
http://www.rosavientos.es/modules.php?name=Forums&file=viewtopic&t=19803
Este año, el cuarto, voy a realizar el quinto curso, porque bueno, si puedo, o no, ya veremos, pretendo ir el año que viene de erasmus, a Islandia, porque se me ha antojado xD
El caso es que voy a hacer la especialidad de Relaciones Internacionales, con alguna configurada como de libre de la especialidad de Estudios Europeos... Joder, es que me la ponen dura estas asignaturas xD
Todos los disparos a una distancia media de diez pasos
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Ana se va mañana a Suecia, y yo me quedo aquí con Medina dos semanas.
Es cururioso, Castilla a veces es bonita. Lo malo es el calor, no cabe duda.
Aunque siempre hay algo de verde.